LAS EMPRESAS SIEMPRE DEBEN ESTAR PREPARADAS
Editorial Revista Latinobús – Número 48
Ha llegado a su etapa decisiva el proceso licitatorio que puso a disposición de las compañías de transporte de mediana y larga distancia del país, la posibidad de acceder a nuevas rutas bajo la modalidad de “pliegos tipo”. Un acontecimiento que ha mantenido atentos a empresarios, fabricantes y comercializadores de vehículos, así como a los pasajeros, dada la oportunidad para ampliar la oferta de movilidad en regiones con carencia de frecuencias, y así mejorar las finanzas de las ya golpeadas operadoras del servicio.
Los documentos a presentar incluían características técnicas de los autobuses a ofertar según la tipología de cada ruta, registros de capacitación de conductores, seguridad vial y planes de mantenimiento al interior de las compañías, además de certificaciones que demostraran las experiencia en la operación de rutas similares y estados financieros. Nada complicado, pensaría cualquiera ajeno al medio, dada la basta trayectoria de la mayoría de empresas del sector, algunas con 70 o más años de actividad en el territorio nacional. Creíamos que con facilidad, alcanzarían puntajes cercanos a 100 (el tope de calificación), haciendo de la subasta una interesante y reñida competencia empresarial.

Qué amarga sorpresa nos hemos llevado al conocerse los informes que ha publicado Mintransporte con resultados de la puja (en la cual participaron 44 firmas buscando quedarse con alguna de las 14 rutas licitadas), dado el pésimo puntaje obtenido por compañías de gran renombre y reputación, algunos de ellos estando más cercanos al cero, que a alcanzar los lugares más destacados de la clasificación. ¿Cómo puede suceder esto, después de décadas de servicio, la evolución de las tecnologías de información y hasta la implementación de costosos (y de paso, tediosos) sistemas de gestión de calidad en las empresas?
De otro lado, un aspecto que también vale la pena tener en cuenta, es que uno de los componentes que también influía a la hora de presentar los pliegos y asignar la calificación a las propuestas (otorgaba 20 puntos), era la edad del parque automotor. De los 44 oferentes, 40 entendieron “cómo se juega a licitar” y se postularon con equipo cero kilómetros, para lo cuál indicaron las características técnicas y en algunos casos, incluyeron las cotizaciones de los fabricantes de chasis y carroceros que respaldaran la oferta.

Pues llama la atención que, primero, cuatro postulantes creyeran que podían ganar puntos ofreciendo flota de hasta cinco años de uso, y segundo, que los proponentes con la mayor puntuación tuvieran la misma marca de carrocería y chasis en los documentos presentados. ¿Acaso ningún otro carrocero se dio a la tarea de conquistar a las empresas con ofertas de valor lo suficientemente atractivas para ir de la mano a las licitaciones? ¿Qué pasó con los importadores de chasises que incluso teniendo productos competitivos, se dejaron tomar ventaja de los demás?
La respuesta a las anteriores inquietudes es muy sencilla, y tan simple como preocupante: capacitación, organización y humildad. Es increíble que empresas de renombre, con décadas de evolución, que mueven millones de pasajeros al año y manejan miles de empleados, aún tengan prácticas arcaicas y se manejen cual negocios de barrio y no como verdaderas compañías organizadas, responsables y eficientes.

No se trata de dar “palo” a las empresas y hacer leña del árbol caído. Queremos invitar a reflexionar y abrir los ojos de quienes lideran algunas de las más importantes organizaciones de transporte del país, haciéndoles ver que la solución no es contratar un asesor de licitaciones para los concursos venideros; la respuesta está en planear, hacer, documentar y ejercer el servicio con disciplina, de tal manera que mañana mismo, la tarea de la próxima puja ya esté hecha.