UN ESCENARIO COMPLEJO Y UNA LARGA LISTA DE TAREAS
Editorial Latinobus – Revista 51
El próximo siete de agosto, comienza una nueva era democrática para el país de la mano del primer gobernante de corte socialista elegido por voto popular en toda la historia de Colombia. Y al margen de las posiciones políticas, económicas y sociales defendidas por él durante la campaña (que al final de cuentas le dieron la victoria), hay una realidad vigente y es el estado de la industria del transporte terrestre de pasajeros en el país, columna vertebral del desarrollo y cotidianidad de nuestra sociedad.

Tenemos una geografía compleja, y los principales centros urbanos, son accesibles sólo a través de carreteras de montaña, intrincadas y difíciles de transitar. Desgraciadamente, muchos de los tramos planos y rectos no han sido demolidos por las fallas geológicas, sino por la corrupción que ha dejado proyectos inconclusos o en manos de entidades tan ineficientes como el Invías; habilitar y corregir la infraestructura vial, tanto urbana como interdepartamental, debe ser prioridad para el
recién llegado mandatario.
Girando la vista a las ciudades, si hay algo que va en contravía de la descarbonización (otras de las banderas de campaña de Gustavo Petro), es la masificación de la motocicleta como medio de transporte urbano. De hecho, en una ciudad como Cali, el 77% de los gases contaminantes fue emitido por motocicletas en 2019, mientras que los buses y microbuses aportaron sólo un 8%*. Mientras tanto, la mayoría de sistemas de transporte masivo del país están quebrados, gracias a la baja
demanda, la evasión y la falta de apoyo estatal.

Por su parte, los metros de Medellín y Bogotá, también requerirán la atención del gobernante. Al primero, para aumentar su eficiencia y
recuperar la apropiación por parte de los ciudadanos, para que lo mantengan protegido de ataques vandálicos; al segundo, garantizando el avance de las obras contratadas hasta el momento. Educar a los ciudadanos que han satanizado el bus como medio de transporte, es otro de los retos que tendrá no sólo el presidente Petro, sino los gobernantes locales a elegirse en el próximo periodo.
El transporte intermunicipal sigue en cuidados intensivos y son muchos los males que le aquejan. A la baja en la demanda post pandemia (se estima una reducción de al menos el 40% en los despachos), se suma la falta de liquidez (muchas empresas e inversionistas acabaron con sus ahorros durante las cuarentenas y los paros), la incapacidad para renovar flota por haber agotado los fondos de reposición, las altas tasas de
interés y la falta de apoyo estatal y bancario.

Si a esto agregamos los elevados costos operativos derivados del pésimo estado de la malla vial, y la dificultad para conseguir conductores y personal operativo, tenemos el coctel perfecto para quebrar definitivamente a la industria. Elegir más que un simple burócrata en la cartera de transporte, y más bien alguien con conocimiento técnico, administrativo y estratégico, permitirá menos trabas y más avance para el turismo, la conectividad y la movilización de personas y mercancías por el país.
Por último, presidente y ministros de transporte y comercio, deben meterle mano al lío de la homologación de carrocerías, dejando las reglas claras, pero sobre todo, haciendo de la seguridad algo viable y no una utopía, que símplemente nos condene a viajar en vehículos obsoletos. Citando un término de moda, el transporte requiere de la “empatía” del nuevo líder nacional, dándole la mano a un muy sufrido sector.
*Cifras de acuerdo con el Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente de Cali (DAGMA)